La tiranía de Cronos

Si buscaras tu tiempo perdido , ¿dónde lo buscarías? ¿en quién? ¿en dónde? ¿es perdido? ¿se recupera el tiempo?

El tiempo; quien nos condena y nos salva, es amigo y enemigo. Aliado y tirano. Medicina y destructor. Todo a la vez. El tiempo nos perdona y nos ata, nos humilla con el paso de las manecillas del reloj una y otra vez, en el interminable tic tac. Hasta nublar nuestra visión y recuerdos. El tiempo, el asesino silencioso que acaba con todo.

Pero quien pierde el tiempo, se pierde a si mismo. Pierde el único tesoro no renovable del que todo mundo quiere más. Éste recurso no se termina, tampoco se replica. No se multiplica, ni se suma. Sólo se resta. Pues la tirania de cronos somete a burgueses y plebeyos, y a todos nos trata por igual.

“La tirania de kronos” y “En búsqueda del tiempo perdido” dos titulares que me capturaron por completo y me robaron el tiempo.

Visité la exposicion en el Thyssen de Proust “En busca del tiempo perdido”. Donde el narrador nos cuenta sus experiencias de vida, desde la infancia hasta la madurez.  Y pasa el tiempo, y pasa y cambian las modas y el discurso elevado burgués. Y vuelven las ideas que contraponen.

Salí del museo y en la esquina me encontré con el titular. “La tirania de cronos” y desde entonces, sólo ha podido alimentar más mi reflexión sobre ¿Qué hacemos con el tiempo? Y ¿Qué hace el tiempo con nosotros?

Pocas cosas tienen los dos lados tan definidlos y tan filosos. El paso del tiempo destruye sueños e identidad. El tiempo olvida y te olvidan con el paso del tiempo y al mismo tiempo, el tiempo cobija las heridas y las sana.  Que amigo de doble cara, tan necesario; tan amado y tan temido. Tirano que a nadie perdona. Amigo que todo perdona.

El tic tac del reloj es aquel quien nos persigue indudablemente, el que no nos deja en paz, las horas se disfrazan de números, que se desdubujan en la memoria.

Para mi, el ser más consciente del tiempo, es el conejo blanco de Alicia en el pais de las maravillas;  siempre bien vestido con el reloj de bolsillo en la mano, eternamente apurado. ¡es tarde! ¡es tarde! Que consciente y ¡que agobio!. Corriendo siempre para lo que sigue. Y ya que llegas, hay que volver a llegar a lo que sigue y así interminables ocasiones. Llegar a lo que sigue y no poder decir ya llegue a donde debo de estar. El tiempo nos persigue.

Los roles que jugamos en el día a día nos obliga a hacer alquimia con las horas del reloj, para esa absurda percepción de poder hacer que se extienda el tiempo.

Proust en su titulo de la novela “ En búsqueda del tiempo perdido”  ya nos dice mucho. Vy ponernos a buscar aquellos donde el alma nos arrebató el tiempo y hoy es sólo un recuerdo desdibujado y subjetivo para el resto de la historia. Pues aunque vivimos con linealidad el tiempo, jamás nos acordamos de él de la misma forma, las emociones y recuerdos que lo hacen trizas y el tiempo se convierte en un mosaico que entonces construye de manera muy personal el paso del mismo. Eso si, lo que se teje con el alma se escribe y perdura un poco más tiempo. Como el arte, que constituye sociedades y comunidad. Creo que eso es lo que le llaman trascender, poder inmortalizar el tiempo,  y con la memoria colectiva que nos den un sentido de conexión.

Somos los hacemos, lo que escribimos en este paso del tiempo a lo único que estamos condenados es al paso del reloj eterno. Para hacer de nuestra vida páginas magistrales para poder narrar y domar al impecable destructor.

Uno de los más grandes placeres es perder la nocion del tiempo, poder vivir sin ver el reloj, dejar que el tiempo se consuma, que te devore con lo que amas hacer, que no te importe si quiera existr, estar tan dentro de ti, que te puedas perder.

Debemos de hacer todo porque al final lo único que no tendremos, es más tiempo.

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Me lo contó un pajarito.