Crecer

Crecer es involuntario como cuando caminabas con unos zapatos y de pronto es imposible dar un paso mas. Lo mismo pasa con nuestra mente, espíritu y conciencia.

Hay zapatos que no los podemos usar más aunque tengan nuestra huella. 

Crecer es un juego al que jugamos de pequeños donde el tiempo no importaba y la regla era vivir en el presente mientras jugábamos a desempeñar alguna profesión. Cuando somos grandes el tiempo si importa mientras desempeñas una profesión y el juego se vuelve al revés, pues ahora jugamos a estar presentes. 

Crecer es saber que tu tiempo es el recurso más preciado y  es de sabios saberlo administrar. Crecer, es seleccionar minuciosamente con quien quieres compartir ese tiempo, es ponerle los acentos donde los lleva la vida para que entonces pueda sonar una armonía que te acompañe a tu son. Es aprender a bailar con lo que tienes y saltar algunos pasos, que de esto se trata de bailar al ritmo que nos toque bailar. 

Crecer es alimentar tu mundo que no se ve y hacerlo florecer en lo que si se ve, es ponerle micrófono a los libros y a las personas que merecen tenerlo y escuchar a tu consejeros y silenciar aquello que no vale contaminarse; es tener un ancla en la fe y y alimentar los sueños que amenazan con mas frecuencia extinguirse. 

Es una manera de saber que no perteneces más cuando las conversaciones te absorben y las ideas recicladas te nublan; es saber que todo se complementa, cada conversación y bocado, cada historia y mirada, cuando tejes sonrisas con recuerdos, cuando trasformas destinos de un mapa en destinos de vida. 

Es saber soltar, dejar ir, que se aleje y mientras lo haces que sea con gratitud y con certeza de que volverá disfrazado de otra cosa, de algo más. Perdonar es crecer. Es replantear los miedos y contarte la historia diferente.

Es aprender que la vida es un paquete envuelto imposible de saber lo que contiene, es saber que sólo tu eres el responsable de ponerle titulo a cada caja, es saberte inteligente de disfrazar un mal trago o ponerle flores a una tragedia, pues solo depende de nosotros como nos contaremos la historia. 

Saber con quien cuentas, quitarles títulos y aprender a ver miradas y  temblar de alegría por contar con ellos. También es conocerte y dedicarle tiempo a hacerlo pues eres tu   compañero eterno, mezcla de virtudes y defectos.

Es valorar la soledad y atesorar tu compañía, saberte en ti, hablarte con ternura, es saber tenerte cerca a ti mismo, es también saber que la soledad no es la mejor compañera y rodearte de buenos asesores es vital para poder vivir con ella. 

Es aprender a ser fuerte de fondo suave de formas, mano izquierda, que no lastima pero que forja y también contar con una mano derecha que no suelta riendas que amarra lo más importante y aquello con lo que no se puede negociar ni ceder. Es también saber escoger tus batallas, no todas las puedes ganar por eso solo lo más sagrado entra en este lugar. 

Es saber que la mejor elección de todas siempre será la paz por encima de cualquier cosa, que es mejor que tener la razón o de salir en la portada de cualquier publicación, tener paz es la mayor recompensa que se pueda alcanzar, decir tu verdad sin perder la paz, es de lo más bonito que se puede experimentar. 

Es encontrar tu luz y confiar en ella pues ilumina mas que cualquier estrella, es saber que ella se alimenta de más luz y rodearte de seres igual es lo que hace brillar tu camino y el de los demás, enamorarte de la luz, el lado claro, la verdad, lo real. 

Crecerte ante la adversidad es una opción, pero también puedes elegir crecer por amor propio por decisión consiente, por valentía pasiva, demostrando tu entereza cuando se trata de surcar olas complicadas.

Cuando creces te das cuenta que no es un juego de niños, que crecer conlleva mucha sabiduría y templanza cuando estas convencido de tu destino, lleva muchos silencios profundos, lleva palabras bien puestas, pero sobre todo el arte de hacerlo en coherencia. 


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